Cuentos romanos by Jhumpa Lahiri

Cuentos romanos by Jhumpa Lahiri

autor:Jhumpa Lahiri [Jhumpa Lahiri]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, Short Stories
ISBN: 9788426414199
Google: NZmvEAAAQBAJ
editor: Lumen
publicado: 2023-04-13T03:00:00+00:00


5. Los dos hermanos

Los dos hermanos que se sientan en la escalinata al atardecer para tomarse una cerveza recuerdan que, cuando se mudaron a Roma con sus padres, la escalinata era aún un lugar de reunión pacífica. Los hermanos tenían en aquella época ocho y diez años, pero ahora que tienen cincuenta y cincuenta y dos sus recuerdos lejanos son muy precisos o están muy desvaídos. Se acuerdan de algunas cosas graciosas, por ejemplo, que dado que la lavadora de su piso no funcionaba bien, uno de sus primeros encargos fue ir a comprar calcetines y ropa interior a una pequeña tienda regentada por una pareja de ancianos, con la señora que sacaba la mercancía de una serie de cajas perfectamente apiladas en los estantes como si estuvieran llenas de billetes, mientras el señor miraba a la familia aturdida con cierto recelo, por más que en una tienda tan angosta como esa no habría sido posible robar ni estropear nada, ni tan siquiera tocar algo.

El hermano mayor se acuerda (todavía con cierta irritación) de aquella vez en que tomaron el autobús, después de esperar en la parada durante más de media hora, para ir a ver su nuevo colegio —un edificio anaranjado detrás de una alta verja verde y rodeado de campos de tenis y fútbol—, solo para echarle un vistazo, porque era verano y el centro estaba cerrado y no había ni un alma.

El hermano menor no se acuerda de esa excursión inútil, pero recuerda perfectamente el autobús escolar gris que los llevaba al colegio repleto de estudiantes que provenían de todos los rincones del mundo, y de las banderas en el patio, y del director —un señor bajito y enigmático que vestía con elegancia, pero de manera extravagante, con zapatos de colores y gafas grandes de monturas caprichosas—, que siempre estaba sentado en un banco justo fuera de la entrada para darles la bienvenida a todos cada mañana, y de algunas madres que llevaban bolsos y joyas y tacones altos (a diferencia de su madre, con su pelo corto, sus zapatos planos, la cara con poco maquillaje y ropa deportiva e insignificante) y que parecían a punto de irse a la discoteca a las ocho de la mañana. Se acuerdan de algunos profesores, del de Ciencias, que también era el entrenador del equipo de fútbol y los obligaba a jugar incluso bajo la lluvia, y de la de Historia, una mujer severa con los labios estrechos y pintados de fucsia que los llevó a visitar Ostia y Tarquinia.

Ambos hermanos se acuerdan de la habitación que compartían en un edificio amarillo a los pies de la escalinata, en el piso de la primera planta que parecía congelado en el tiempo, atestado de muebles oscuros e incómodos, con una honda bañera en el baño completamente blanco y mosquitos incluso en invierno. Si llovía por la tarde, no se podía colgar la ropa en el tejado plano. La secadora estaba incluso en peor estado que la lavadora, pero una vez la madre, desesperada, la había encendido y había saltado la luz.



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